Décimas acongojadas.
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En fría noche de julio,
de pesar y luna llena,
siento correr por mis venas
el dolor de un falso orgullo:
El disco blanco en lo oscuro
pauta la seña indolente
de un mal dios, que omnipotente
nos muestra la eternidad.
Lleva el hombre en su heredad
la levedad del presente.
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Dicen los hombres que ofician
artes y sabidurías
que tristezas y alegrías
son de una sola vendimia.
Que no hay astucia ni alquimia
que elimine una tristeza
y que no existe destreza
que pueda ordenar las cartas.
El Azar da las barajas
y de a una, las certezas.
Congojas hay para todos
y para todos hay dicha.
Van en la misma mochila
los pesares y los gozos.
Cargamos sobre los hombros
lo que la vida nos da,
y hay una sola verdad
que no está echada a la suerte:
es ésa cosa, la muerte,
el frío punto final.
Alfredo Arri (Theodoro), julio 2009
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